Superordenadores al servicio del paciente

En la película Elysium, ambientada en 2154 y protagonizada por Matt Damon, los habitantes de la Tierra más adinerados viven en una plataforma espacial en la que hay una especie de cápsula médica capaz de diagnosticar inmediatamente cualquier enfermedad, curarla y hasta reparar las lesiones del cuerpo sin que intervenga ninguna persona.

Si es que algún día deja de ser ciencia ficción, tendrán que pasar muchas décadas para que una tecnología así se convierta en realidad, pero lo cierto es que la medicina es uno de los campos que más y mejor se está beneficiando de la Inteligencia Artificial (IA). En presente.

Desde agilizar el lento y costoso desarrollo de nuevos fármacos a analizar el genoma de un paciente, las aplicaciones que ya están en marcha son numerosas. Pero la IA se perfila, sobre todo, como una herramienta capaz de aprender y analizar con rapidez enormes cantidades de información de los historiales de pacientes, de las pruebas de imagen y de los avances científicos para ayudar a los doctores a ofrecer mejores diagnósticos y tratamientos.

Y es que, como subraya el ingeniero Juan José Cerrolaza, investigador del Laboratorio BioMedIA del Imperial College de Londres, "la inteligencia artificial no va a sustituir a los médicos. Es un aliado".

Un aliado que les liberará también de algunas tareas monótonas, como el análisis de las imágenes médicas, que es una de las áreas en las que trabajan en este laboratorio situado en el barrio de Kensington. Son las 3 de la tarde y acaba de caer una gran nevada en el centro de Londres. El bullicio reina en el patio principal del campus, con grupos de estudiantes lanzándose bolas de nieve, pero en el laboratorio BioMedIA una veintena de ingenieros trabajan concentrados y en completo silencio.

Esa semana acaba el plazo para presentar los artículos científicos que se publicarán durante la Conferencia MICCAI que se celebrará en Granada en octubre, la más importante en imagen médica, y no hay tiempo que perder, explica en voz baja Cerrolaza mientras muestra en su ordenador ejemplos de su investigación, centrada en aplicar la IA a la imagen fetal.

Aquí desarrollan algoritmos para analizar e interpretar imágenes, y trabajan en el aprendizaje de máquinas (machine learning) para extraer de las imágenes médicas información clínica útil.

Así, la IA se aplica para entender mejor el desarrollo del cerebro, mejorar el diagnóstico de pacientes con demencia, que hayan sufrido un ictus o daños cerebrales, o bien realizar diagnósticos en personas con enfermedades cardiovasculares.
"Hay muchas cosas que se pueden hacer de forma automática para ayudar al radiólogo", asegura. Pero también, añade, la IA es una herramienta para ofrecer diagnósticos en países en vías de desarrollo o zonas remotas donde no hay personal médico tan cualificado.

"A lo largo del embarazo, se suele hacer de forma rutinaria una ecografía detallada en el segundo trimestre. Es un momento crítico de la gestación, pues a las 20-22 semanas el feto ya está bastante desarrollado y aún tienes tiempo de intervenir si hay que corregir algo", relata.

Este proceso apenas ha cambiado durante los últimos 20 o 30 años: "Hay coches que se conducen solos y algo tan importante como ver que una futura personita está creciendo bien depende de la pericia del obstetra. Nuestro objetivo es traer al siglo XXI la imagen fetal", resume este ingeniero riojano, que antes de trabajar en el Imperial College pasó cuatro años en el Hospital Pediátrico de Washington.

Los ingenieros del Imperial College trabajan estrechamente con los médicos del Hospital St. Thomas de Londres para llevar la IA a sus pacientes. Por ejemplo, el proyecto iFind está centrado en el diagnóstico inteligente en imágenes fetales y una de sus principales aplicaciones es ayudar a detectar malformaciones en el feto.
Creado con